La paciencia, es una maravillosa virtud que puede ser educada con el paso del tiempo y que al entrenarla nos permite lograr metas y objetivos si sabemos esperar. Vale la pena cultivarla porque está relacionada con una serie de beneficios positivos para la salud, tales como la disminución de la depresión y otras emociones negativas.
¿Qué nos da LA PACIENCIA y qué nos hace IMPACIENTES?
La paciencia nos permite vivir la vida desde la actividad paciente, acompañando a la vida, ajustándonos al momento y al ritmo para que las cosas ocurran cuando deben ocurrir. No se trata de quedarnos parados, sino caminar fluyendo: saber aprovechar las oportunidades estando atento a la observación de la propia vida y aprender de ella. Algunos investigadores han llegado a la conclusión de que las personas pacientes ostentan conductas más prosociales, como la empatía y son más propensas a demostrar generosidad y compasión
Claro está que no nacemos pacientes. Los bebés lloran cuando tienen hambre, por tanto, cuando la insatisfacción inmediata de alimentarse no es calmada. La naturaleza del niño es la impaciencia porque pocas cosas dependen de ellos, ya que casi nada está bajo su control. Educar la mente y el cuerpo para la paciencia, no es tarea fácil, más aún cuando en esta contemporaneidad todo se hace rápido y sin conciencia, sin embargo, se aprende!
Estar impaciente viene como resultado de querer que todo se haga de forma inmediata, sin otorgarle el tiempo necesario para que se produzca. La vida nos enseña que algunos procesos no deben apresurarse y que muchas cosas buenas de le vida, toman su tiempo y requieren de un proceso a veces lento y tedioso, y que la meta que deseamos alcanzar necesita trabajo en el tiempo. Porque saber esperar es obligatorio si se quiere ser exitoso en cualquier proyecto, y eso incluye nuestra evolución.
Por ejemplo, ¿te imaginas que una madre se impaciente y quisiera acelerar el proceso del embarazo? ¿cuántas cosas se quedarían sin madurar en el organismo del bebe? Todo tiene una evolución natural y eso conlleva un tiempo de aprendizaje y evolución, un proceso de crecimiento y maduración.
El secreto está en Ser y en Estar Conscientes.
Dos pautas para DARTE CUENTA de tu paciencia o impaciencia:
- En primer lugar TOMAR CONCIENCIA de nuestro sentimiento frente a la paciencia y por esta vía, observar nuestras acciones y reacciones como resultado de la impaciencia.
- En segundo lugar BUSCAR OBJETIVAMENTE los eventos que generan tu impaciencia y así tomar cartas en el asunto.
Para evitar caer en la trampa de la inmediatez y del desasosiego, tendremos que asumir que somos impacientes; después, nuestro trabajo va a ser valorar qué factores fomentan nuestra inquietud y cuáles nos protegen. Si entramos en el SOSIEGO, estamos fomentando la espera activa y esto implica a su vez esperanza y coraje, que a su vez fija la mirada en “el largo plazo”.
Mantenerse en contacto con el Presente, aquí y ahora en la tarea que se está desarrollando es la mejor herramienta para comenzar a desarrollar la paciencia. Esta focalización nos ayuda a desprendernos de la carrera contra el tiempo. Lo único que tenemos está aquí y ahora.
Es imprescindible brindarnos el tiempo que necesitemos, mientras invertimos lo mejor de nosotros mismos.
Las investigaciones con personas que practican Tai Chi Chuan y/o técnicas de meditación como método para desarrollar la paciencia, demuestran que se pueden reducir los procesos estresores y mejorar los estados de salud y así conseguir vivir más tiempo y mejor.
Cuando eres paciente, eres fuerte y eres capaz de comprender el odio, la ansiedad, el enojo, la tristeza y el miedo.
Así que si sientes que te desesperas más de lo que quisieras, te comparto algunas recomendaciones para controlar esos impulsos malhumorados.
¿Cómo entrenar LA PACIENCIA?
1.- Identifica lo que te hace perder la paciencia. La amígdala cerebral es la culpable. Este complejo tejido nervioso, en forma de almendra situado entre los dos hemisferios cerebrales, es el responsable de captar las amenazas y regular nuestras emociones. A pesar de que este componente del sistema límbico está diseñado para proteger a nuestros ancestros de depredadores feroces, no es tan hábil para determinar amenazas creíbles en la vida moderna
2.- Interrumpe el ciclo y evalúa el riesgo. Se trata de reflexionar sobre cuál pensamiento o sospecha, activa las señales de alarma en tu cerebro. La clave está en interrumpir ese ciclo de respuesta al estrés y salir del modo de lucha o huida. La idea es tomar distancia de la situación y tratar de verla tan objetivamente como sea posible, lo siguiente es considerar cuál sería en el peor de los casos el tema que nos ocupa. ¿algo de lo que pasa constituye una amenaza de vida o muerte?
3.- Replantea la experiencia relacionándola con un panorama más amplio. Amplía la mirada, ve más allá de la situación concreta que estás viviendo e incorpora la perspectiva del otro.
4.- Entrénate, en situaciones menos intensas. Como un corredor de maratón no participa en su primer día de entrenamiento, sino que se prepara durante mucho tiempo…..
5.- Considera hacer cambios en tu estilo de vida incorporando medidas para reducir el estrés. Si por ejemplo no soportas las esperas de un aeropuerto, descárgate una película o lleva un libro de lectura….
6.- Escucha sin interrumpir y piensa antes de hablar. Practica la ESCUCHA ACTIVA.
¿Tienes alguna pauta o costumbre que te ayuda a entrenar tu paciencia?
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