¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Para qué?

De la misma manera que sabemos que una persona normal respira 25.920 veces al día, los estudios realizados sobre personas de nivel cultural y socioeconómico medio, demuestran que nos quejamos unas 20 veces por día.

Eso significa que en 20 ocasiones damos paso al estrés, el enfado y la frustración.

¿Cuánto te quejas a lo largo del día? Detente un momento y piénsalo….

Mi intención es proporcionarte una nueva mirada a tu entorno y que te unas a la «ACCIÓN MÁS POSITIVA Y CONCRETA» de dar la vuelta a las QUEJAS.

Es una iniciativa probada por varios estudios y que nos sirve para dejar de ver la vida con ojitos de Calimero

La queja no es mala de por sí, la idea es dejar de hacerlo por las pequeñas cosas que en realidad no importan: «la lluvia, el tráfico, el frío, el calor, la inflación, la crisis, tu jefe que te hace la vida imposible….Esos acontecimientos que vistos con perspectiva no importan pero que te enfocas diariamente y pierdes tiempo y energía.

DARSE CUENTALa queja no resuelve nada, resulta inoperante, pues no aporta soluciones.

Hay que tener en cuenta que cuando nos quejamos, acusamos a los demás o  a las circunstancias de nuestra infelicidad, quedamos exentos de toda responsabilidad, como si nuestro bienestar dependiera del exterior. Y nos convertimos en víctimas de nuestra realidad.

De nada vale quejarse, si después no te pones en marcha a buscar soluciones o alternativas. Incluso, en ocasiones tan solo con pararnos, observar y comprender lo sucedido será suficiente. Es nuestra decisión orientar nuestra energía a vivir o hacia ir muriendo poco a poco.

Preguntarnos de manera sincera para qué nos sirve la queja que estamos emitiendo, nos permitirá descubrir aquello que necesitamos.

La actitud o el hábito de quejarnos nos debilita y favorece un envejecimiento prematuro y acelerado, nos hace vulnerables a la enfermedad y nos conduce al conflicto social, al pesimismo, el escepticismo y las carencias.

Una buena consigna es: Si algo no te gusta, cámbialo. Si no puedes cambiarlo, cambia tu actitud, pero no te quejes.

Algunos beneficios de este ejercicio son increíbles para conseguir un nuevo hábito más saludable:

  • Disminuirá la sensación de estar quemado, y aumentará la sensación de felicidad.
  • Te darás cuenta cómo te comunicas tu y cómo se comunica la gente que te rodea.
  •  Observarás en qué conversaciones te metes que no te aportan ningún crecimiento, disfrute o aprendizaje.
  • Consigues DARTE CUENTA cuantas veces al día estás en un bucle negativo que no te ayuda a avanzar.
  • Quien acostumbra a pensar bien de los demás y ver el lado amable de la vida, ejercita el córtex izquierdo, elevando las emociones placenteras y la felicidad.

Si cada vez que nos descubrimos quejándonos de algo, nos esforzamos por sustituirlo por un agradecimiento, estaremos “reseteando” nuestro programa cerebral.

La plasticidad del cerebro permite esos cambios incluso en edades avanzadas. Eso puede cambiar nuestra vida y hacerla más larga y placentera, porque una vida sin quejas nos eleva el ánimo, aminora los dolores, mejora las relaciones, aumenta nuestra autoestima y somos somos mejor valorados por los demás.

Sigue jugando y practicando este ritual y en unos días, al tomar conciencia, verás como surgen visiones diferentes y nuevas a la perspectiva que tenías.

Intenta evitarla QUEJA Y CAMBIARLA POR EL AGRADECIMIENTO (el que tienes delante tuyo, te hace de espejo de algo que tu tienes que atender. Todo conflicto de relación es una oportunidad para estudiarte y corregirte), te darás cuenta que disminuirá la multitud de veces que cambias la pulsera de muñeca.

Te aseguro que vivirás mejor. Las conversaciones serán más enriquecedoras, los amigos más positivos, las reuniones tendrán más risas incorporadas.

No se trata de decidir engañarnos y ver la vida color de rosa de un día para otro, sino de trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno, y paralelamente, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra propia felicidad.

Un truco que te servirá para incorporar el nuevo hábito de no entrar en la queja es:

Después de darte cuenta, es darle la vuelta a las quejas en sugerencias positivas. Por ejemplo:

– Hoy está lloviendo y no se puede estar en la calle, porque el día no favorece a pasear, sugiere ver una película en casa, en el cine…

– – Mi jefe es horrible, el trabajo que me da es una locura, que no termino y me estresa, puedes preguntarte o sugerirle , “no crees que el jefe horrible es señal de que debes buscar un nuevo empleo”

Es más complicado de lo que parece, lo se, pero como ya te he dicho vas a ganar mucho. El ser más consciente de todas las veces que te quejas te lleva a la reflexión, y la reflexión, al pensamiento, y este a la emoción y la emoción a la decisión de ponerte en ACCIÓN AL CAMBIO de hábitos.

¡¡¡¡Atrevete!!!!

Somos lo que repetidamente hacemos. Excelencia, por lo tanto, no es un acto sino un hábito (Aristóteles)

Mis fortalezas: constancia, amor, pasión, creatividad, valentía energía, ilusión.

Carmen Sánchez