Al igual que las heridas físicas que dejan cicatrices en nuestro cuerpo, las heridas emocionales dejan cicatrices que se pueden ver manifestadas en la actitud y la personalidad de la persona que las padece. Esto ocurre sobre todo cuando dejamos pasar nuestros problemas emocionales pensando que se resolverán por sí solos con el paso del tiempo.
Tanto las heridas físicas, como las emocionales, tienen el mismo curso de dolor.
- Quizás puedes ver las heridas físicas como se van reparando, ya que ellas dejan cicatrices que con el tiempo dejan de doler. Es evidente su evolución, su forma y color.
- Con las heridas emocionales, ocurre lo mismo, la diferencia es que están tan dentro de nosotros, que no puedes ver con tus ojos, el día a día para observar su mejora, estancamiento y/o evolución. Tanto unas como otras, la clave está en que si no se tratan adecuadamente, con el tiempo vuelven a causar molestias. Cuando accedemos al recuerdo, activamos las heridas y las emociones que se encuentran asociadas.
Todos los hechos que ocurrieron en el pasado están presentes en lo que somos hoy. Quiero decir, que todo lo que pasa hoy en nuestra vida, es la suma de lo que hemos vivido en el pasado. Y nuestro cerebro emocional no entiende del pasado o del futuro, para él, todo es el momento presente. El pasado siempre está sucediendo. No se borra, se añade a nuestra historia de vida. Es lo que nos hace ser como somos ahora.
Cuando hablamos de sanar las heridas emocionales, no es dejar de pensar en ellas, o no dar la importancia que ha tenido lo sucedido en el momento que pasó. Sanar las heridas es a través del camino de la reflexión el que te puede conducir a hacer otro cambio de mirada sobre lo ocurrido y cómo te impactó en su momento.
Las heridas emocionales del pasado vuelven siempre atacando nuestra autoestima y personalidad en forma de inseguridades y miedos haciendo que a veces nos comportemos de manera más agresiva con los demás o perdamos el autocontrol en determinadas situaciones…
Un estudio mediante la técnica de EMDR demostró que el área del cerebro que se activa al sentir por ejemplo, rechazo, que es una de las heridas emocionales más dolorosas, es la misma que se activa al sentir dolor físico. Por esta razón es que incluso un pequeño rechazo, que probablemente no debería dolernos, nos duele (a nivel neurológico). Porque el rechazo nos provoca dolor físico.
Hoy os hablaré de las tres heridas emocionales más profundas:
Rechazo, autoestima y abandono
1.- El rechazo
Se produce en edades tempranas o proviene de figuras muy amadas. Es un lastre sobre la confianza en uno mismo, la asertividad y el sentimiento de optimismo frente a la vida. Quien lo padece interpreta todo lo que sucede bajo ese el filtro de su herida y siente que es rechazado aunque no lo sea.
El mecanismo de defensa será crear una estrategia para supuestos ataques para conservar nuestra autoimagen y autoestima (de la misma forma que nuestros músculos se preparan para correr cuando nos sentimos amenazados, también nuestra mente se prepara para defenderse cuando se siente amenazada).
Para defendernos, atacamos y generamos un contexto de lucha que no tiene sentido. Por ejemplo si cada vez que un amigo da su punto de vista y atacamos, estamos bloqueando la situación.La persona que padece la herida del rechazo se caracteriza por infravalorarse y buscar la perfección a toda costa, su carácter puede ser “huidizo”, que es la máscara que los protege del sufrimiento a sentirse rechazados
Algunas características de las personas estancadas en el rechazo: |
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Posibles enfermedades: Piel. Diarrea. Arritmia. Cáncer. Problemas respiratorios. Alergias. Vómitos. Desvanecimientos. Coma. Hipoglucemia. Diabetes. Depresión. Suicidas. Psicosis. |
Si sientes en tu interior que te identificas con esta herida, observa a tu alrededor y acepta que la vida está llena de experiencias y que estas no son para rechazarte sino para que encuentres tu lugar, te des cuenta de lo que debes limpiar y te aceptes amándote con todas tus imperfecciones.
2.- La Autoestima
que tiene que ver con aquellas situaciones en las que se ejerció excesivo control sobre la persona. Limitar la libertad y la capacidad de decidir. La causa más frecuente es el miedo a equivocarse. Es un miedo que su función es adaptativa. Actúas con cautela para protegerte a ti y a los demás y está vinculado a la responsabilidad que tenemos sobre una elección. Sentir este miedo puede llevarte a un estado de indecisión sostenido y a la búsqueda exhaustiva de información para saber qué decisión es mejor tomar por lo que se puede llegar a convertir en la búsqueda obsesiva de la certeza absoluta, la cual se expresa a través del planteamiento constante de dudas.
- El miedo a no estar a la altura puede llevarnos a evitar roles de responsabilidad, delegar decisiones relevantes en los demás e incluso a perder oportunidades por sentir que no estamos suficientemente preparados para la situación y nos mantiene dentro de nuestra zona de confort.
- El miedo a no tener el control o perderlo, esto puede llevarte a una situación muy estresante. Proponernos a dejar de controlar los resultados de algunas rutinas puede ser una buena forma de comenzar a perder este miedo.
- Miedo al rechazo social es en situaciones en las que hay que tomar una decisión y todas las opciones posibles son, en cierto modo perjudiciales. Te basas en escoger aquello que les gusta más a los demás o que proyecta mejor imagen de nosotros.Esto genera diferentes problemas, con la toma de decisiones basada en la aprobación de los demás.
Tomar decisiones es el timón al que tienes que estar sujeto, porque tomar decisiones es una tarea que va a decidir tu futuro haciéndote responsable de él, por lo que no puedes renunciar ni delegar
3.- El abandono
Es una heridas emocional relacionada con el afecto: aquí puedo hablar del abandono de tu pareja, de tus padres o incluso de la sociedad es tan doloroso porque es lo que nutre nuestra seguridad
El abandono más común es aquel donde deja de existir una autenticidad emocional.
Un ejemplo sería cuando perdemos nuestro empleo, cuando en una edad temprana es un niño abandonado por su madre, la muerte del padre o madre… esto supone vivir en un mundo donde no te sientes amado y debes aprender a valerte por ti mismo sufriendo la ruptura que te une a otro corazón.
Esta herida crea desconfianza, vulnerabilidad, pasar por épocas de cierta apatía, y la gestión de emociones como la rabia o la tristeza.
El abandono crea la herida de “sabotearte a ti mismo” y necesidad de codependencia, reconocimiento por lo que se llega a dar demasiado de uno mismo a los demás sintiendo que más tarde, lo recibido no es igual a lo invertido.
Algo tan esencial como aprender a cuidar de nosotros mismos, de priorizarnos cada día para desconectarnos poco a poco de la ira y del resentimiento, nos permitirá dejar de ser cautivos de las heridas del ayer.
Comenzar a cuidarse con amor y priorizarse, prestarnos atención y darnos el amor y el valor que merecemos es una necesidad emocional imprescindible para seguir creciendo
¿Ponemos acción para sufrir menos?
Nuestro cerebro guarda las experiencias emocionales y los recuerdos pero lo importante en el momento presente no es tanto lo que ocurrió y nos hizo daño, sino cómo lo vivimos ahora. No debemos obligarnos a olvidar ese suceso que nos marcó la vida sino intentar pensar en él de manera que ya no nos haga daño.
Una herida emocional no cicatriza en un par de días ya que lleva un proceso lento y costoso. Acepta tus heridas emocionales como una parte más de tu persona y de tu historia. Es importante que recuerdes que dentro de lo malo siempre hay algo bueno y que de todas las experiencias que vivimos a lo largo de nuestras vidas podemos sacar una enseñanza y un aprendizaje.
Cuídate y dedícate tiempo, practica deporte, por ejemplo, media hora de caminata, hace que tus neurotransmisores encargados de impulsarte a reaccionar ante el peligro, como son el cortisol, norepinefrina y la adrenalina, que avisan de la inquietud, la sensación de alarma, y que tu cerebro se defienda, bajen sus niveles. Ejercicios de relajación y mindfulness que potencia una conciencia plena y se estimula el procesamiento a nivel de las capas subcorticales. Intenta ser positivo y ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío.
Finalmente, existen diferentes técnicas para acceder a tu mente inconsciente y descubrir cuáles son los contenidos que te están dañando y modificar tu percepción sobre lo ocurrido y poder cambiar las memorias emocionales negativas, son a través de la hipnosis Ericksoniana, o EMDR, que se basa en la estimulación bilateral del cerebro, archivando la carga negativa asociada al acontecimiento.
Al fin y al cabo, las heridas emocionales son una carga que con el paso del tiempo se vuelve cada vez más pesada. Tú y solo tú tienes el poder de acabar con esa carga emocional.
Libros recomendados para la lectura:
- Heridas emocionales: Sanar el pasado para un mañana mejor (Bernando Stamateas)
- Las cinco heridas que impiden ser uno mismo (Bourbeau Lise)