“Ser feliz no consiste en sonreír siempre y pensar en positivo” (Laurie Santos )
Hace mucho tiempo, pensaba que llegaría un día en que todo estaría controlado, que todo sería perfecto. Y eso sería cuando tuviera mucha formación y especialización, cuando tuviera un buen trabajo, una buena relación de pareja, una familia especial y excepcional, amigos incondicionales, y que cuando me mirara al espejo me gustaría lo que viera. Pensaba que si todo estaba alineado y controlado en mi vida, sería más eficaz, mejor persona y así podría ser feliz. Mientras tanto, no me permitía descanso, sobre todo mental, reproches, quejas y me trataba a mi misma con mucha exigencia.
¡Cómo si yo pudiera forzar las situaciones!. Y hacer que las cosas sucedieran exactamente como deseaba y dependieran exclusivamente de mi. Como si esa felicidad fuera un lugar concreto en una cima muy alta desde la que pudiera contemplar mi vida sin temor y que ya nada me preocupara o me pudiera atacar.
En cuanto el hombre empezó a filosofar, se centró inmediatamente en la fórmula para ser más feliz o feliz del todo, y así es como los humanos nos centramos en todo lo externo que nos rodea, sin disfrutar de los procesos y etapas de la vida, en definitiva quedarnos con nosotros mismos para vivir en presencia plena. Seguramente seríamos mucho más felices si a nadie se le hubiera ocurrido jamás el concepto de felicidad.
Viviríamos, pasaríamos ratos buenos y ratos de crecimiento y retos. Avanzaríamos haciendo “eses “ entre la ilusión y la decepción, pero no estaríamos todos los días torturándonos a nosotros mismos con esa pregunta cargante e insidiosa: ¿soy feliz?
He aprendido que si esperas una especie de conjunción astral para poner en marcha un mecanismo de felicidad, eso no llega nunca.
Cuando los científicos sociales hablan de felicidad, se refieren a ella en dos aspectos:
1.- Uno es el lado más emocional de la felicidad, el hecho de que sentimos muchas emociones positivas, nos reímos y todo eso aumenta nuestro nivel de endorfinas. No hay tristeza, ni rabia, ni nada así. Es la ausencia de emociones negativas.
2.- El otro aspecto que los investigadores llaman “el lado cognitivo”, o lo que piensas sobre tu propia felicidad, sería la respuesta a la pregunta ¿Cómo de satisfecho te sientes en tu vida?
Ya se sabe, además, que el momento en el que nos planteamos el interrogante suele ser, precisamente, cuando algún factor nos lleva a responder que no, o no del todo, o menos de lo que deberíamos, como si nuestra existencia fuese un continuo salto de altura en el que nos medimos con un listón invisible.
Para maximizar esa felicidad, según los estudios, hay que flexibilizar el lado emocional, pero también mejorar el lado cognitivo, es decir, sentirse bien y sentirse satisfecho con la vida.
Creo que aunque todos buscamos la felicidad, no solemos hacerlo bien, tenemos ideas preconcebidas sobre las cosas que pueden hacernos felices, pero a menudo nos equivocamos. Trabajamos mucho en conseguir la felicidad sin obtener los resultados que deseamos alcanzar. Entonces ¿Dónde está el problema? Y es ahí donde la ciencia nos ayuda, porque hay cosas muy simples que se pueden hacer para mejorar nuestro bienestar.
Mi experiencia me lleva a pensar que lo que buscamos está más adentro que fuera, y a ese estado de bienestar, yo le llamo estar en paz con uno mismo, sintiendo serenidad y tranquilidad y lo demás son pensamientos y creencias.
Hay muchas cosas que no dependen de uno mismo y que nos pasamos la vida intentando controlar, medir, arreglar y reconducir. Y eso agota y te quita de vista este mundo lleno de posibilidades.
Hemos vivido en el último año la incertidumbre a pleno pulmón y sigue latiendo a nuestro alrededor, porque siempre ha estado.! Y en esos momentos que la incertidumbre te zarandea la salud, la economía, las emociones, a pesar de todo, quizás has decidido no esperar para ser feliz y apreciar y amar lo que eres, sin condiciones.
Puede que no merezca la pena esperar para ser feliz.
El momento en el que te miras y tomas la decisión de dejar de esperar a que llegue ese día en que todo es perfecto y comienzas a amar la imperfección, la asumes. Es ese momento en que cambias tu escala de valores. ( hay algún post de valores para redirigirlo a él) Dejas de centrarte tanto en el trabajo, en encontrar una pareja, en el éxito, en el dinero, en el tener y comienzas el camino de “Ser”.
No hay nada seguro. Se trata de vivir en esa inseguridad e incertidumbre (también hay otro post de incertidumbre)que te proporciona vivir la vida para descubrir que eres como esos muñecos que aunque los zarandees siempre vuelven a su centro.
Te animo a que apagues el interruptor de búsqueda y te quedes callado, escuches y sientas como te llama el camino para que las cosas sucedan. Es una forma de observar la vida de otro modo, es dejar de huir de lo que te asusta.
Las enfermedades, la muerte, las catástrofes, son inevitables, pero de tu mano está la actitud y proactividad ante la situación que se te presenta, la mirada constructiva para salir de ahí, sacando tus capacidades y posicionándote frente a lo que ocurre desde la escucha sobre tu propia implicación. Que tu prioridad sea el amor hacia ti, hacia la vida y hacia los demás. Siendo capaz de amar lo sencillo, lo humano, los pequeños detalles. Lo que recordarás cuando sea el momento de partir de este mundo, serán las experiencias vividas con tus amigos, las vivencias de tus seres queridos, aquellos momentos leyendo un libro frente al mar, o escalando una montaña.
No podrás ser nunca feliz si te exiges y te presionas. Para mí la felicidad es un estado de fluidez mental, de aceptación, de vivir el momento. ¿ Y PARA TI, QUÉ ES LA FELICIDAD?
Te comparto algunos comportamientos de la gente que se siente feliz y que tú puedes incorporar a tu vida:
1.- Dedica tiempo a socializar. Las personas que se sienten felices, nos muestra la ciencia, que pasan mucho tiempo con otros, y pasan mucho tiempo con aquellos que les importan. Es algo que dejamos de hacer cuando estamos ocupados, pero lo necesitamos. “Llama a alguien con quien no hables hace mucho tiempo” que eches de menos, o charla con un extraño en una cafetería.
2.- Piensa un poco más en los demás. Normalmente pensamos en autocuidado cuando hablamos de la felicidad, o en darnos caprichos o hacer cosas buenas para nosotros, pero la ciencia demuestra que la gente feliz pasa más tiempo pensando en ayudar a los demás.
3.- Realizar buenas acciones: pues podría ser, que en lugar de ir solos a darse un capricho como una manicura o un masaje, se lo regalen a alguien, hacer algo bueno por otra persona.
4.- El poder de la gratitud. Dedicar tiempo a agradecer lo que uno tiene. Pensamos que la felicidad llega al obtener algo, sin embargo los estudios han demostrado que suele surgir al apreciar lo que se tiene. A veces cuando te preguntan cómo te va, sueles pensar en todo aquello que no te ha ido bien, incluso se recurre a la queja, y los estudios demuestran que simplemente pensando en todas las cosas que te van bien puedes ir sustituyendo el hábito de la “queja” por la “gratitud”. Escribe tres o cuatro cosas que agradeces al día, o tómate el tiempo para decir a los demás que estás agradecido por lo que han hecho.
5.-Céntrate en el poder de estar presente. Pasamos mucho tiempo pensando en cosas que no pertenecen al presente, como qué vamos a hacer mañana o una conversación que tuviste con alguien ayer…no pensamos en presente. Todo el tiempo en que estamos divagando y pensando en otras cosas, hacen que seamos menos felices que cuando nos centramos en el ahora. Parece una tontería, pero parar para hacerte consciente de tu momento presente, aunque requiere práctica es esencial para llegar a estar bien con lo que te da la vida cada día. Una de las formas es dedicar cinco minutos al día a meditar. Te sientas y te centras en tu respiración, cada vez que se te va la mente la traes de vuelta al presente. Este tipo de práctica “mindfulness” reduce el parloteo mental y eso es posible porque cambia la configuración de nuestro cerebro. Cuanto más meditación prácticas, esas regiones del cerebro se vuelven cada vez menos activas a divagar.
6.- No te compares con otras personas. Es muy doloroso compararse con los demás. Es una característica de nuestro cerebro, no pensamos en términos objetivos, sino relativos. Esto hace que te sientas realmente mal. Lo bueno es que podemos encontrar puntos de referencia que nos hagan sentir algo mejor. La próxima vez, que te preocupe, tu salario, tu casa, etc, puedes pensar que algunas personas no tienen nada de dinero, incluso no tienen un techo, una escuela, o ropa para estrenar, y así puedes usar la comparación social para aumentar tu bienestar.
7.- Descarta la queja. Hablemos de la queja, a veces pensamos que al quejarnos nos quitamos eso de encima, en cambio, lo que hace es que nos centramos en las cosas malas, en las comparaciones, los problemas, las cosas que no agradecemos. Si cambias el chip y centras tu energía en las cosas por las que estás agradecid@ entras en un estado de coherencia.
Ahora te propongo un nuevo pasito, y cultivar un valor ( POST VALORES ) que puede ayudarte en la clave del bienestar y la paz interior. Te propongo la templanza.
La templanza es una medidora en nuestras relaciones y uno de sus beneficios es poder habilitarnos en mejores competencias en la relaciones sociales y afectivas con los demás y con uno mismo.
La templanza es una virtud humana que se constituye por una serie de componentes muy concretos:
- La capacidad para perdonar. La persona templada es aquella que sabe restar rencores mediante el perdón, avanzar de manera serena, libre de odios, resquemores y astillas internas.
- La humildad que reviste la templanza. Así es, el enfoque humilde es aquel que no se vale de artificios para relacionarse. La humildad es ese aceite que engrasa nuestras relaciones sociales y que las facilita. Ser humilde aporta armonía a todo vínculo.
La templanza es mediadora en nuestras relaciones, y se debe también al ejercicio de la paciencia. Esa actitud para vivir en el aquí y ahora, orientando la mirada y el corazón hacia lo que es relevante en cada circunstancia.
Dominar el arte de la paciencia nos permitiría, además, amortiguar el peso del estrés y la picazón de “lo quiero ya”, lo que nos permitirá fluir de manera más gratificante en nuestras relaciones.
Beneficios de la templanza
- Es la mejor aliada de la inteligencia porque le otorga serenidad, perspectiva y calma.
- Mesura para decidir mejor.
- Claridad para atisbar mejor las cosas.
- Luz para guiarse sin prisas.
- Autocontrol para dominar impulsos, emociones y frustraciones.
No es un reto fácil en un mundo que nos propone constantemente modelos inalcanzables y aspiraciones engañosas. Siempre deseando que te sea útil.
“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.” Jean Paul Sartre